Disculpad por estar algo out, ¿ausente? ¿desaparecida? Da igual, no sé como explicarlo, a fin de cuentas “ida”. Han sido unas semanas de reubicación, orden y de búsqueda. Creo que enero pone patas arriba a cualquiera que con dos dedos de frente y cargado de ambición pretenda conseguir todo lo que no pudo alcanzar en el año anterior.
Mientras tanto, por aquí todo sigue como siempre. Otra vez vuelve a estar el naranjo en flor, en Sevilla es una tradición cuando el azahar decide asomar (casi a la Paz de la tradicional festividad sevillana). Me pregunto si, volverá a traer consigo todos los recuerdos que años tras años regresan a mi mente al cerrar los ojos. Como un día de domingo, de esos en los que recuerdas que la noche anterior bebiste demasiado…
De esos en los que el aire te da en la cara y te traslada de golpe y porrazo a la brisa de la playa, de esos en los que dices “parece que fue ayer”…
¡Pero si solo es febrero! (Ana deja de desvariar). El mes de los rezagados de la cuesta de enero y del san querernos. Un mes descafeniado, de los de ni fú ni fá, en los que todo el mundo dice ¡aún queda demasiado para verano!
Y a mí me hace pensar en esa canción de Dani Martin, que dice que el tiempo es caro y nos pone contra la pared. Más bien, entre la espada y la pared, como diría el bueno de Fito. ¿Qué dirías de tus planes? Probablemente no salieron como esperabas. No hablo de cancelar tu cita de mañana, hablo de esos grandes planes, de los que se toman sin querer y sin pensar y, sin embargo, te conducen más lejos de lo que indican los mapas. Puedo recordarme, hace muchos años, respondiendo a preguntas estúpidas tipo “a quién quieres más, a mamá o a papá” y esa era una de mis grandes duda existenciales, cuando tenía claro a qué me iba a dedicar, dónde iba a vivir y el número exacto de animales de toda clase que iba a tener en casa.
No sé qué queda de aquella chiquilla de preocupaciones varias e intrascendentes. Cómo nos cambia la vida, ¿no? De lo que estoy segura es de todos esos recuerdos, a los que adoro, aquellos qué siempre acaban con un suspiro y una media sonrisa en la cara.