«Lo que tengo es temporal, ya que estamos aquí sólo por un corto período de tiempo. Es lo que hacemos , es nuestras acciones que van a durar para siempre. Eso es un valor real.»
Berggruen al igual que yo, un gran fanático del tiempo y de sus entresijos, de las múltiples posibilidades en las que se nos presenta y tantas otras en las que podemos aprovecharlo.
El caso es, que nos pasamos toda una vida intentado fabricar, multiplicar, estirar e incluso parar el tiempo. Desde pequeños nos enseñan que todo depende de tiempo, si no se te da bien las mates, si quieres quedarte hasta más tarde en la fiesta del viernes, si el chico que te gusta no te hace caso o si se acaba el mundo porque te ha dejado, si no te sale trabajo, o si el puchero no es como el de tu madre…tiempo, tiempo y tiempo.
Intentando convencernos y re convencernos de que el tiempo tiene superpoderes de curaciones inimaginables. Pues siento deciros que, el tiempo tiene muchas cosas menos poderes, tiene reflexión, coraje, madurez, pasión…
En cambio, lo que nosotros concebimos como tiempo no es más que la suma de momentos, circunstancias, experiencias boom, idas y venidas. Mi teoría es que podríamos comenzar por pararnos a valorar su importancia, y la forma en que estamos jugando con él, aprender a valorarlo y dejar de perderlo. Porque el ser humano tiene un gran defecto, que empieza a aprovecharlo en el momento que es consciente que el tiempo va en su contra.