Volver a casa no es necesario, no súper necesario. Regresar al sitio que te vio ir hace meses o incluso años te hace recordar de dónde vienes y seguro que te permitirá dirigirte de forma más certera al destino que te propusiste entonces. Volver a casa es recibir y dar abrazos, comprobar cómo hay gente que se alegra de verte es sencillamente una enorme fortuna, comparable a muy pocas cosas. Volver a casa es comprender que un hogar no es solo cuatro paredes, más bien de los padres, los hermanos, los tíos, los abuelos, los primos y los amigos.
Volver a casa en determinadas fechas debería ser obligatorio, como es la Navidad quizás primavera, ya que le da sentido a todo en este tiempo. Volver a casa es un premio, que obtienes después de dejarte la piel alcanzando ese sueño por el que apostaste todo, por el que abandonaste lo cierto por lo incierto y por el que volverás pasado el tiempo que marca el calendario. Volver a casa es resguardarte de la lluvia, es donde compruebas que allí todo sigue su curso, pero en donde siempre llega la calma.
Volver a casa es no dar abasto, rebosar la agenda, querer estar con unos y otros para acumular cariño, que más adelante, habrá que tirar de él para animarse y seguir adelante. Volver a casa es aparcar los problemas y las cuentas que no salen, retomar conversaciones pendientes con aquellos para los que no tenemos tiempo el resto del año y escuchar a los que mejor nos conocen. Volver a casa es encontrar la solución cuando ni siquiera la estamos buscando, es mirar a tu alrededor y, simplemente, sentirte bien.
Volver a casa es conocer cada rincón y guardar buenos recuerdos de todos ellos, es volver a revivir millones de momentos, es pasarte horas viendo fotos y tomar conciencia de que tienes tu vida pasada y futura en tus manos, es sentirte capaz de todo. Volver a casa es dejarte querer, es despertarte y seguir soñando, es sentarse juntos alrededor de una mesa y que el postre sea el punto y seguido (porque un café allí no sabe igual). Volver a casa es comprender que coger aviones o trenes acaba enganchando, porque las escenas de estaciones y aeropuertos son sólo el comienzo, porque lo bueno empieza ahí pero durará el tiempo que permanezcas con los que verdaderamente importan.