Le das demasiadas vueltas. Y tus niveles de rayamiento están llegando a ser casi inimaginables. El problema se hace más y más grande en tu pequeña cabecita, y no lo estás pasando bien. Quizás no sea para tanto, o quizás sí. Puede que sólo haya sido un mal momento, una mala decisión, incluso un mal día.
Y parece que todo te sale del revés. Si te da por el pesimismo y tienes esa tristeza tonta que te ata nudos en la garganta. Si te quedas mirando al techo en tu habitación, dando vueltas en la cama, deseando que llueva en pleno calor sevillano de septiembre. Es el momento, en serio, llámame.
Si simplemente es, que no quieres quedarte en casa, si te apetece andar, charlar, disfrutar del querido sol t o de un día de ranking de cine con chocolate y palomitas entre las manos. Cuenta conmigo, yo te acompaño. No te estoy haciendo un favor. No me cuesta nada, me apetece. Vamos a planear una tarde improvisada, pero cuenta conmigo.
Si tienes un problema, si algo te preocupa y se ha quedado dentro. Pues vente, puedes contármelo, busquemos soluciones, pidamos consejos o incluso buscar respuestas en nuestro querido google (para rayarnos más). Podemos inventarnos insultos nuevos para quien haga falta, ponernos tatoos de mentira o brindar por todas las personas que hacen nuestra vida más complicada. O puedes no contármelo, y sencillamente vamos a hacer que lo olvides durante todas las horas que necesites un descanso.
Si te sientes solo, cuenta conmigo. Si necesitas compañía, alguien que aporte algo de paridas a tu día, yo me hago disfraces y ya está todo el sarao montado. Que no estás sólo. Que eres alguien importante, eres alguien esencial, especial, alguien jodidamente increíble. Que estoy dispuesta a ayudarte en lo que necesites. Que de todo se sale. Que tú puedes, tú puedes con todo, no se trata de debilidad, se trata de hacerlo más fácil. Porque, no lo olvides, puedes contar conmigo. Siempre.