Somos montañas rusas, podemos reírnos a carcajadas y a los dos segundo llorar sin consolación. Necesitamos una hora mínimo para prepararnos. Cuando no encontramos qué ponernos suele salir el “pues no salgo, no tengo ropa”. Decimos una cosa y al rato cambiamos de opinión, porque nos da la gana. Podemos meterte un tortazo, enfadarnos, mandarte a la mierda y al rato comerte a besos. Todo nos sienta mal, porque tenemos la regla, y eso justifica todo, y tú no lo entiendes porque no la tienes. Y los domingos adoramos ver Dirty Dancing en la televisión, mientras que los sábados nos damos cuenta de lo equivocadas que estábamos.
Para ellos hay gordas y delgadas, feas y guapas. Para nosotras simplemente hay puntas abiertas, puntos negros, cejas mal arregladas, poros abiertos, piel grasienta, y mira el modelito, el color de uñas y las bragas que se le trasparentan. No estamos locas, estamos como una cabra. Lo sabemos. Y nos gusta.
Las hay muy malas. Las hay de las que se enfadan si compras una camiseta como la suya. Las hay que controlan todas las redes sociales y sabrían decirte los últimos cotilleos de sus 600 amigos de Facebook a los que no conoce. Y luego, los exnovios de las amigas, sagrados. Y los nuestros, con el paso del tiempo son cada vez más y más feos, hasta llegar a un punto que tienen cierto parecido con el Jorobado de Notre Dame y te preguntas cómo pudiste estar con “eso”.
Nos gusta tener el control y, de hecho, solemos tenerlo. Pero también está bien a veces perderlo. Incomprendidas que maduran antes que esos chicos que se tiran de los calzoncillos en el recreo. “Hombres”, y otras exclamaciones con los ojos en blanco y suspiros incluidos. A veces serias, y otras todo lo contrario, parece que no llegues nunca a conocernos. “Qué complicadas son las mujeres”, dicen por ahí. Nos encontrarás en la biblioteca y en la pista de baile, porque tenemos tiempo para todo, y si no…hacemos dos cosas a la vez.
Tenemos opinión para absolutamente todo lo que pasa en el mundo, todo. El “no te ralles tía, pasa de él” nunca falla. Podemos ser las mejores amigas del mundo, y las mejores amantes. Pero vas a necesitar tiempo y paciencia.
Después están las que no hacen nada de eso. Y esas… esas son un auténtico coñazo.