*Post de Casilda se casa. Texto escrito por María de la Fuente Muguruza
Junio, “uf, todavía queda mucho, seguro que todo habrá pasado”, es lo que me decía hace escaso un mes.
1 de Abril, con la lista de 300 invitados preparada; el menú del restaurante elegido; los hoteles reservados; la preboda organizada; el Orfeón Donostiarra contratado; las invitaciones hechas… y la cuarentena se alarga. La pedida de mano y el viaje de novios, se cancelan.
Y, sin embargo, el amor que siento por mi prometido, crece.
Yo, a pesar de que soy de las de dejar las decisiones para el final (no vaya a ser que en el último momento venga el Espíritu Santo y me ilumine), le digo a mi novio: “Tendremos que tomar la decisión de qué hacer con la boda”.
Últimos días de abril: “Hay que tomar una decisión”. La situación es impredecible y, si esperamos a que alguien nos de seguridades para lanzarnos, va a llegar junio y seguiremos en las mismas.
Un papel en blanco se llena de dudas y más dudas. Tres de ellas son las que, sobre todo, más me rondan en mi interior:
– “¿Y tu hermana?”, le digo a mi novio. Vive en Londres y no sabemos si podrá desplazarse.
– Y mis cuatro abuelos, que como regalo del Cielo siguen con nosotros, ¿podrán acercarse a la Iglesia?
– ¿Estaremos siendo egoístas por querer mantener el rito sin tener en cuenta si nuestros amigos podrán compartirlo con nosotros?
Me asaltaban todas estas dudas cuando, de pronto, me vuelvo a encontrar con la imagen de la Madre Teresa de Calcuta y recuerdo el momento en el que nos prometimos, ante su tumba en India, y como ella nos ponía frente a lo esencial: el amor, el desprendimiento de lo superfluo, la importancia de la fidelidad y el compromiso.
Y, por lo tanto, pienso: ¿en qué consiste el matrimonio?, ¿son esenciales acaso los invitados, la cena o las flores? ¡No! Nuestra boda es el compromiso manifestado libremente de entregarnos completamente a otra persona por amor y, como diremos, serle fiel en las alegrías, pero también en las penas. Y en mi caso, además, todo ello manifestado ante Dios.
¿Cómo decirle a la persona con la que quiero compartir mi vida que, ante la primera dificultad, no la pongo primero a ella? Centrémonos en lo importante y seamos coherentes, es la conclusión a la que ambos llegamos.
¿Por qué casarnos en épocas de incertidumbre? Yo te pregunto: ¿por qué no?
**Al igual que Cristina, lo comparto para guardar un trocito de ella aquí.