Me niego en rotundo a que pienses que tu vida se va al garete porque el chico al que estabas locamente enamorada o «encaprichada» ha decidido dejar de quererte.
Entre tú y yo sabemos que esto no tenía ningún futuro, solo que apareció en tu vida en el momento perfecto. Por eso, déjate de dramas porque sinceramente, no es lo tuyo. No te niego que sea fácil intentar pensar racionalmente, pero quizá si empiezas a valorar lo verdaderamente importante, estoy casi segura (un 80%) que él dejaría de tener cabida entre tus maravillosas neuronas.
La realidad es, que a veces la belleza está en lo simple, en lo cotidiano, en lo de siempre. Muchos la llaman rutina, otros comodidad. Con esto quiero decir que, a veces esperamos tanto de la vida, tenemos tantas expectativas de ella, que finalmente, se nos termina pasando…
No me refiero a dejar de ser ambicioso y de aspirar alto, sino de dar a cada cosa la importancia necesaria en cada momento. Habrá veces en la que tengamos que dar de nosotros mismos el 200% y otras en las que tengamos que pasar inadvertidos, pero aprende a valorar lo que de verdad importa.
Aprende a cuidar lo que te rodea. A establecer prioridades, a decir “no” cuando no merece la pena y a luchar por un “sí” cuando crees en ello. Aprende a dar tu opinión sobre política sin buscar que nadie la comparta, y a ponerte en el lugar de quienes creías equivocados. Ahora sé que viajar te enriquece el alma y conocer a nuevas personas te enriquece la vida. Que hay momentos que no se pueden pagar con nada, que son únicos, irremplazables. Que hay que ser fiel a uno mismo, que el amor mueve el mundo y no el miedo. El olor del periódico recién comprado, las sábanas recién cambiadas,una llamada inesperada, un momento a solas, un secreto inconfesable, una vieja foto que encuentras por casualidad.
Cada uno de estos momentos, recuerdos, pequeñas acciones que han formado y forman parte de tu vida merecen la pena, más que cualquier yogurín que se entrometa en tu vida.