Vive, disfruta, y no olvides. Cada viaje te enseña algo nuevo. Cada vez que regresas al punto de partida eres una persona diferente. No te conformes, pregunta, observa. Conoce. Sumérgete en lo desconocido. Nunca ha estado tan cómoda tan lejos de tu zona de confort. Deja que viajar te cambie la vida.
Abril nos da la bienvenida, como siempre ¡a lo grande! Os dejo este regalo, que un día me dieron a mí y ahora quiero compartir con todos vosotros. Solo una cosa, ¡disfrutadlo!
Y hoy hace un día perfecto para ser felices por el simple hecho de estar vivos. Porque si en algún momento eso está en juego, si en algún momento corres el riesgo de perderlo todo y que se vaya al garete, no te vas a acordar de los problemas en el trabajo, ni de ese viaje que no te podías permitir, o de la discusión con aquel cliente que te sacó de tus casillas. Si en algún momento te debatieras entre la vida y la muerte, si te perdieras en una isla desierta, recordarías esos pequeños momentos que te hacen feliz y que no valoras lo suficiente.
Recordarías los pequeños detalles del día a día. Echarías de menos a las personas y a los momentos, pero no a las cosas. Echarías de menos disfrutar de una ducha caliente, del tacto de un libro, del olor del suavizante con las sábanas recién cambiadas, de un café recién hecho, de un sábado sin madrugar, de las vistas desde un rascacielos, del olor del césped recién cortado. Ninguno de esos momentos exigen riqueza, ni éxito, ni buena suerte.
Todos dependen únicamente de nosotros. Hay muchas cosas que no han salido como queríamos pero, qué más da. Todas esas decisiones que hemos tomado, equivocadas o no, nos han hecho aprender y nos han dado muchas alegrías por el camino. La felicidad no es una meta.
Hoy hace un día precioso, por eso de estar vivos. Y eso nos hace enormemente afortunados, ¡no lo desaprovechéis!