Se pueden ver pasar los años a través de sus ojos pequeños y cansados pero, aun así, hay días en los que puede comerse el mundo. La vida ha sido complicada, me solía decir con una media sonrisa, pero al fin y al cabo, la vida siempre lo es. Y en todas sus palabras sabías que se escondía la verdad de la experiencia, que fueron otros tiempos, pero las tristezas y las alegrías se viven por igual. Es por eso que ha sabido calmar tu llanto cuando los he necesitado, y han compartido mis alegrías como si fueran las suyas propias.
Para muchos, una abuela o un abuelo son como unos padres más. Te han visto crecer, te ha cuidado y mimado. Y, aunque de vez en cuando se quejen de alguna molestia, sacan fuerzas de donde no las tiene y afronta los problemas con más voluntad que nadie. Tienen la cabeza fría y, cuidado cuando se ponen de mal humor, que tú siempre serás su protegida y quien se meta con su nieta, puedo asegurarte, tiene todas las de perder.
Se han adaptado al teléfono móvil, al cambio de moneda y lo de las redes sociales no lo acaban de entender. No te diría que no a una buena charla y, no te pierdas detalle, pues te sorprenderás aprendiendo lecciones que no se enseñan en el colegio.
Porque les encanta hablar de sus nietos y alabar todas sus aventuras. Y a ti contárselas. Además, sólo ellos ceden ante tus caprichos y son tu mejores aliados cuando tus padres no están de acuerdo.
A veces, cuando se quedaban callados y sus pequeños ojos se perdían a través de la habitación, me preguntaba en qué estarán pensando. Son muchas las historias que han contado, y puedes imaginártelos años atrás, presumiendo a su manera. O imaginarte a tu abuelo, tantos años más joven, resolviendo la vida. Hubierais sido un buen equipo.
Pero todo pasa y todo llega, y un día, simplemente, se van. Y esta es la parte del texto en la que aparece ese nudo en la garganta. Porque además de todos los problemas, hay algo más contra lo que tiene que luchar: el paso del tiempo. Y, de repente, te darás cuenta de que no te contó todas las historias que querías saber, que aún hay fotografías en blanco y negro que no reconoces, que no te enseñó a cocinar como sólo él lo sabe hacer. Que deberías haberle dejado ganar a las cartas, que no te hubiera importado pasar más horas frente a la televisión viendo un programa que no te interesa, que tienes tantas y tantas cosas que han quedado por hacer…
Ellos que te hacen fuerte en los duros momentos y sus consejos todavía te sirven ante las dudas. Son para ellos todas tus victorias. Si aún puedes contar con ellos, es un buen momento para decirles lo mucho que te importan porque por dentro estarán totalmente agradecidos.
Abuelos, ojalá fuerais eternos